sábado, 17 de noviembre de 2012

Por alguien

Quizás lo que una necesita es que un día la computadora se vuelva loca y de pronto pida insertar un disquette en la unidad A para formatearlo. Y de pronto, ver con asombro y miedo (o al revés) que hoy es 02 de agosto de 2007. El horror. El qué demonios pasaría si de pronto despierto y ya no estoy en mi hoy, en su hoy. El temblor. El no me quiten lo que es mío porque me muero. 

Entonces una se queda ahí, parada-sentada en el medio de algo que podría ser nada, titiritando de posibilidades; y se voltea al calendario más cercano, y descansa pero antes respira tan profundo que bien podría regresar al 2007, pero se detiene a tiempo en el medio de otro tiempo, se detiene y sigue en el mismo lugar que es también su lugar.

De pronto, siendo el eje central de eso que no se sabe bien qué es pero no deja de girar, un algo le dice que lo único que pasa es que, al fin, no hay frío. Y de prisa se toca los pies y las manos y confirma que están y estarán frías para siempre. Sigue el tanteo por la piel y las manos tan frías llegan a esa parte entre la cintura y el cuello, en donde la temperatura también aumenta, y complacida confirma que el frío sí se fue para siempre: a las manos y a los pies, en donde no le hacen daño a nadie.

Ahí, en donde hacen todo por alguien.