«... estábamos por el rumbo de Chetumal, luego Tabasco y esa zona, ya andaba de novio con tu mamá y no me iba a quedar de ayudante para siempre. Yo veía cómo llegaba el operador bien cambiadito y yo ya andaba desde las 4 ó 5 de la mañana engrasando tambos o cargando diesel. El operador llegaba con su sombrero, su jícara de agua fresca y se subía a su tractor; cuando llegaban los lonches él tenía su plato con carne, frijoles y tortillas. Yo trabajaba con él, pero un día me quiso mentar la madre y no me dejé: casi le parto en su madre. Luego me mandaron con el ingeniero, quiso arreglar las cosas, pero cuando le expliqué quiso hacer lo mismo y tampoco me dejé. Le dije que yo respetaba mucho a mi madre y que eso no lo iba a permitir. Me castigaron y me regresaron a México. Ándale que la que se quedó bien triste fue tu mamá porque no nos íbamos a ver en un mes. Pues ya, me regresé. Estando allá que me habla otro ingeniero, el mero chinguetas, le expliqué lo qué pasó y me dijo, te regresas a Coatzacoalcos y agarras la camioneta que reparte los lonches. Luego luego le dije que sí: los lonches los hacían en la casa de tu mamá... »
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