sábado, 28 de abril de 2012

Sucesos


Sucede que la mañana de ayer, camino al trabajo, algo me molestó. Entonces, pues decidí no hablar. Llegué a la oficina y todo cuanto decían a mi alrededor parecían gritos; sucedió que también decidí no escuchar.

Sucede que en alguna parte perdí las ganas de trabajar y estaba confinada a la silla de mi escritorio totalmente dispuesta a que la empresa cayera. Obviamente, era algo imposible, la disponibilidad me duró apenas unos minutos. La cosa era que no quería estar ahí, con todo el gusto hubiera salido corriendo.

Sucede, entonces, que a las cinco en punto salí corriendo. Caminé despacio, miré los pocos árboles que pueden haber alrededor de maquiladoras, vi los detalles de ellas, quise trabajar en varias. Miré mucho el cielo y traté de no perder de vista el suelo. Pero ya quería subir al camión, llegar a casa.

Sucedió, claro, que subí al camión y ya quería bajarme. Y me bajé. Calculé la distancia y vi que estaba a un kilómetro o menos de casa. Quería caminar, quería llegar a casa. Sucede pues, que caminé. Caminé y miré con calma todos los locales de la calle casi avenida por la que debo ir. Las estéticas, la frutería, las taquerías, el panteón, los oxxos, la botánica, los parques, la cenaduría. También a la gente y a los árboles, a los perros y a los gatos.

Sucede que después de lo visto ya quería llegar a casa. Apresuré el paso y pronto llegué a casa. Para entonces moría de hambre y la cena sucedió. Pero entre el hambre y la cena, había que prepararla, y lo hice. Y sucedió que saqué los ingredientes del refri y los acomodé en la mesa, tomé la lechuga, el morrón, el tomate. Saqué el bowl de la ensalada, también manzana, y queso. Y escuchaba música y tarareaba. Pero sucedió que la lechuga o el morrón o la manzana me molestaron y ya quería terminar. Y ya quería cenar. 

Sucedió, tal y como se piensa, la cena. Y la disfruté, y la música y el té. Pero sucedió, como cualquiera lo podría adivinar, que se acabó. Y la molestia, el disgusto que sentí camino al trabajo, en la oficina, en el camión, mientras caminaba y al preparar la cena, regresó.

Lavé los trastos, la molestia no se fue, siguió, es más, se instaló. Me detuve en el pasillo de la cocina, a nada estaba de preguntarme qué demonios pasaba, cuando, al fin, escuché una voz, su voz. Entonces sucedió que me contesté.  




2 comentarios:

  1. Y ahora sucede que te extrañabamos, no nos desaparezcas durante tanto tiempo, pero no te preocupes te esperamos :)

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  2. Me derrito. Gracias, en verdad. :)

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