lunes, 25 de julio de 2011

Que nunca seas tranquilidad

Por favor, amor, nunca seas tranquilidad.

Ven y enturbia mis aguas. Llega por fin y turba mis pensamientos, detén su cauce natural. Se día, se noche. Se en mí tan de prisa que no me dé cuenta. Se en mí tan profundo, tan intenso, que desde ese instante eterno te quiera más.

Que en cada encuentro yo, completita, me cimbre ante la primera mirada. Que mi voz tiemble, que mis manos no dejen de hacer esos tontos movimientos, que te hable con el cuerpo entero. Que mi pelo se avive cual fuego y llegue por voluntad propia a tus dedos ansiosos de mí. Que mis labios se perturben al apenas contacto con los tuyos...

Y aléjate.

Házme sentir que a cada momento te pierdo, que si no me asgo a ti, te perderé. No le permitas a mi corazón dejar de latir; riega tu amor por todo mi cuerpo. Entrégame todo y quítame más de lo que ya me has dado.

No te atrevas a dejar de inquietarme, no me permitas apagarme.

Déjame latirte con toda mi extensión. Deja que esta sinrazón, este devenir, recorra mis venas y mis sentidos. Deja que esta conmoción suba y baje por mi piel. Que parezca detenerse, que parezca terminarse, y que de un golpe aparezca en mis entrañas, que de un golpe renazcas en mí.

Por favor, amor, haz pedazos de mí; pero nunca, nunca te atrevas a darme tranquilidad.



1 comentario:

  1. caminar con un mismo objetivo, mirar en la misma dirección construir también, el desgaste ya lo trae el camino ...

    ResponderEliminar