domingo, 14 de agosto de 2011

Deberías saber

Deberías saber cómo está todo por acá; han cambiado tantas cosas.

Creció mi pelo, a la cintura. ¿Recuerdas mis destellos rubios? Bueno, se fueron; fui pelirroja, después quise ser morena y lo dejé crecer. Justo cuando llegaba a la cintura, lo corté. Cortísimo. Así, sin más, como siempre me ha gustado. Cambiar por fuera como señal de que cambio por dentro.

Dejé el gimnasio y gané algunas libras. También gané algunas malas decisiones. He vuelto al gimnasio ahora que tengo tiempo. Porque, sabes, regresé a estudiar, ya ves cómo he sido siempre, no sé estar quieta. Y como no sé estar quieta al menos trato de ya no tomar malas decisiones.

He bailado tanto y he brincado más. He pasado noches enteras sin dormir; bailando. He brindado tanto y he reído mucho más. He festejado todo sin tener nada; me he deshecho de costumbres; he dejado vicios y he adoptado otros.

He cambiado también mi ropa. Ahora me gusta lucir fresca, cómoda. Casi no uso tacones, sólo cuando bailo, para sentir que subo al cielo más pronto. He dejado el automóvil, prefiero caminar. Me he detenido a media calle a mirar a los niños jugar, he hablado con el mar, he abrazado a un árbol, o dos.

He pasado noches enteras sin dormir; leyendo. También he pasado noches enteras sin dormir; escribiendo. Escribiéndole al amor, como esta noche. Escribiéndole al mar, al cielo, al sol, a la luna. Escribiéndome.

He pintado la casa de otro color; brillante. Incluso cambié los muebles: la sala, el comedor. Ya no tengo televisor en la habitación y, por cierto, he cambiado de habitación. Solía tener unas muy recurrentes pesadillas, a veces contigo, así que decidí mudarme a la habitación del fondo. Sí, la de la ventana grande.

He suspirado tanto. He de confesarte que estoy enamorada. Siempre dijiste que era tan fácil enamorarme, no lo sé. Quizá sí, quizás es que amo al amor, quizás es que lo mío es volar; y ahora vuelo. También he llorado un poco; es necesario llorar, lo sabes.

Tengo cuatro gatos más. Negrita se ha hecho más vieja y más gruñona, casi como yo, pero aún sonreímos. Me hice de una pequeña cacatúa, es ella quien hace alboroto en casa. Ya sabes que siempre me molestó el ruido, pero lo de ella no me parece ruido. Tan raro.

Sí, he cambiado, pero no es que haya cambiado, es que no siempre había sido yo.



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