Resulta que, no me gustan las montañas rusas, ni las casas del terror. Es más, me dan miedo. Una vez, en Six Flags, estando ya en el carrito de la montaña rusa, me bajé. Hecha un manojo de nervios, le dije al encargado que mejor me bajaba, el tipo me vio y me dijo: "Sí, mejor bájate. " Y las casas del terror, no, definitivamente no. Es claustrofobia combinada con el miedo a lo desconocido. O a lo conocido, sé que me van a asustar, pero no sé cuándo ni cómo. No, eso no es lo mío. Sí, soy una miedosa.
Claro que no me he quedado con las ganas, sí he subido a montañas rusas. Y he gritado como no tienen una idea. Y he temblado más. Y he dejado casi sin circulación el brazo de la persona más cercana, porque de algo me tengo que agarrar. No lo disfruto, no siento la adrenalina correr por mis venas. Ni madres. Lo que siento es que se me sale el pobre corazón. Siento que me muero. Y no es bonito. También he entrado a casas del terror, es de-ses-pe-rante, totalmente desesperante. Es entrar y querer salir inmediatamente. Soy una nena, lo sé. Pero qué necesidad de estar sufriendo y, peor, pagar porque me hagan sufrir, no, gracias. Y claro, tampoco me gustan las películas de terror, aparte son malísimas, salvo contadas excepciones que ahora no me vienen a la mente.
El caso es que ayer hubo montaña rusa, hubo casa del terror y no me subí ni entré. Lo curioso es que la gente con la que voy se preocupa, y creen que por no subirme, me aburro. Pero no, afortunadamente ayer había otra clase de distracciones y diversiones, con las que pude entretenerme. No me aburrí, al contrario, el día estuvo excelente. Me dicen que me suba y que venza mi miedo, ¿qué necesidad de andar venciendo miedos? Yo así vivo feliz. Digo, no es como que no pueda vivir si no lo venzo. Sí, estoy en la etapa de negación. Quizá algún día trate de vencerlo, quizá. Por lo pronto, no me importa ser una nena.
Es sencillo: Si me subo, sufro. Si no me subo, no sufro. Y si no sufro, soy feliz. Entonces, abajito y afuera, me quedo.
Claro que no me he quedado con las ganas, sí he subido a montañas rusas. Y he gritado como no tienen una idea. Y he temblado más. Y he dejado casi sin circulación el brazo de la persona más cercana, porque de algo me tengo que agarrar. No lo disfruto, no siento la adrenalina correr por mis venas. Ni madres. Lo que siento es que se me sale el pobre corazón. Siento que me muero. Y no es bonito. También he entrado a casas del terror, es de-ses-pe-rante, totalmente desesperante. Es entrar y querer salir inmediatamente. Soy una nena, lo sé. Pero qué necesidad de estar sufriendo y, peor, pagar porque me hagan sufrir, no, gracias. Y claro, tampoco me gustan las películas de terror, aparte son malísimas, salvo contadas excepciones que ahora no me vienen a la mente.
El caso es que ayer hubo montaña rusa, hubo casa del terror y no me subí ni entré. Lo curioso es que la gente con la que voy se preocupa, y creen que por no subirme, me aburro. Pero no, afortunadamente ayer había otra clase de distracciones y diversiones, con las que pude entretenerme. No me aburrí, al contrario, el día estuvo excelente. Me dicen que me suba y que venza mi miedo, ¿qué necesidad de andar venciendo miedos? Yo así vivo feliz. Digo, no es como que no pueda vivir si no lo venzo. Sí, estoy en la etapa de negación. Quizá algún día trate de vencerlo, quizá. Por lo pronto, no me importa ser una nena.
Es sencillo: Si me subo, sufro. Si no me subo, no sufro. Y si no sufro, soy feliz. Entonces, abajito y afuera, me quedo.
"Ni madres". Nice. :)
ResponderEliminarMe gusta. Me identifico.
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