jueves, 23 de junio de 2011

Tía Juana

"Tijuana es la esquina del país donde rebotan todos los sueños"
Reacciona Tijuana

Llegué a Tijuana un día antes de mi cumpleaños número ocho. Venía ataviada con una falda a cuadros y… no sé cómo voy a decir esto… una blusa de Chiquiti Boom. Yo tampoco lo entiendo. Supongo que aún era el furor del México '86 o que me gustaba mover mucho los hombros… yo qué sé.

Recuerdo casi nada de aquella primera vez que toqué tierras bajacalifornianas. Mi recuerdo se construye de una fotografía tomada por mi papá en la que aparecemos mamá, hermano y yo. Estuvimos menos de dos horas en la ciudad. Apenas bajamos del avión nos dirigimos a la Central de autobuses para abordar un camión que nos llevaría a Ensenada, lugar en el que viviría cuatro años y al que guardo en un lugar especial de este corazón.

Durante esos cuatro años veníamos constantemente a Tijuana, el trabajo de papá lo exigía. De ahí mi eterno enamoramiento con el mar y el camino. La carretera escénica Tijuana-Ensenada es una silenciosa mirada en la cual perderse. Una verdadera belleza.

Lo que sí recuerdo es que no me gustaba Tijuana. Tengo la imagen de una ciudad bulliciosa, con gente y carros amontonados. Vaya, como ahora, pero es que la veía desde afuera, es que no la sentía. Cuando, por azares del destino (siempre quise decir eso), tuvimos que venir acá, la noticia no me cayó muy bien. Es más, la mayoría de la gente me decía que iba a vivir en la ciudad de la perdición. Que aquí mataban. Sí, todas esas cosas que aún se dicen.

Contaba entonces doce años. Entré a la secundaria dos semanas después de haber comenzado el curso y sorpréndeme, vida, Tijuana me recibió muy bien. Como estudiante, mi etapa de secundaria fue la mejor. Han pasado casi dieciocho años y hoy digo con todo mi amor que soy norteña de corazón. Y canto El Cachanilla como si hubiera nacido en la Clínica 7 del boulevard Aguacaliente. Es que yo soy tijuanense.

No sé exactamente por qué quiero tanto a esta ciudad. Y, aclarando, no estoy tratando de limpiar su imagen, ni justificar, mucho menos promoviendo el turismo. Los problemas de Tijuana, y de México, ya los sabemos todos. Yo sólo quiero decir por qué la quiero tanto. Quizás es sólo mi sentido de pertenencia, mi necesidad de amar el lugar en el que vivo.

Quizás es que aquí sentí las primeras mariposas haciendo un revuelo de mí. O el haber descubierto lo que es pasar una tarde tirada en el pasto leyendo. O el haberme enamorado perdidamente. O, muy probablemente, el haber sentido como mi corazón se hacía cachitos más de una vez.

La cosa es que a mí no me tocó vivir a Tijuana como se debe. Yo no crecí en la Libertad, en la Altamira o en la Independencia. No me tocó caminar en el Centro ni pasar tardes en el parque Teniente Guerrero, y tampoco fui a la Miguel F. Martínez. No. Yo crecí en el lado nuevo de Tijuana, ese extremo de la ciudad que se ha hecho de los tantos que hemos llegado por distintas razones. Y nos hemos quedado por la misma razón: Tijuanita nos recibió bien. Tijuanita nos trata bien.

Tijuana en la orilla. Tijuana y sus mañanas grises. Tijuana y su mar picado de agua helada. Tijuana y su clima extremoso. Tijuana y sus garitas. Tijuana y su condición Santana. Tijuana y sus tardes frescas. Tijuana y sus cerros amarillo seco. Tijuana y sus sueños. Tijuana y su gente.

Tal vez es eso, su gente. Gente que no es de aquí pero termina siendo de aquí. Pedacitos de corazón de todo México. Pedacitos de pedacitos de corazón que aún sonríen cuando caminan por Tijuana. Pedacitos de pedacitos de pedacitos de corazón que aún tienen esperanza.

Y es que quizá yo no debería decir esto en un día como hoy. Y es que quizá debería decirlo porque es un día como hoy. No lo sé. Yo lo único que quería decir es por qué la quiero tanto. Pero busco palabras y me pierdo en ellas. Y es que, vamos, ¿desde cuándo se ha podido explicar el amor?



2 comentarios:

  1. Comparto completamente tu sentir, yo tengo apenas 5 años de viir en Tijuana, a diferencia tuya, yo llegué a ella por elección... no por las correctas razones, de hecho no hubo una... sólo el poner diatancia para sanar mi corazón roto.

    Pero Tijuana me ha dado mucho, me ha recibido con brazos abiertos y al igual que tú le profeso mi amor constantemente.

    Me da gusto leer esto tan bonito acerca de uno de mis grandes amores, porque conozco gente que ya hasta siente odiar su propia ciudad, donde nacieron y crecieron pues dicen que precisamente la gente que venimos de fuera nos hemos encargado de robarle su identidad. Bueno, en especifico los que llegan a quedarse sin oficio ni beneficio o peor aún los que de las malas mañas hacen su oficio. Los que no tienen ese sentido de pertenencia y la destruyen cada quien un poco y la convierten en esa Tijuana que todo el que no la conoce, teme.

    Gracias por escibir algo tan bonito de uno de mis grandes amores.

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  2. Gracias a ti, por leer y por querer a Tijuanita. :)

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