viernes, 12 de noviembre de 2010

Yo niña

Tú siempre de cabello corto, me dijo. Y sí, yo siempre de cabello corto. Y yo siempre con mi mala memoria.

Hace unos días, un amigo de la primaria me contactó, el medio no importa, ya todos somos tecnología. En fin, me encontró, nos dio gusto a ambos, empezamos a platicar y... tómala: Que no recuerdo nada, o bueno, casi nada. O bueno, un poquito. El caso es que el hombre tiene tantos recuerdos de aquellos años, y yo no. Casi no recuerdo mi niñez. Sí, una verdadera pena.

Resulta que fui una niña muy seria, casi no hablaba, ni siquiera me movía del mesabanco. Tanto así, que recuerdo claramente una vez que lo hice: Me levanté, me asomé a la ventana y rápidamente me regresé a mi lugar, ante el asombro de mis compañeros. Fui una niña muy obediente, nunca me quitaba el súeter, así tuviera calor. Cumplía siempre con todas mis tareas. Sí, era una niña muy aburrida.

No sé que hacía cuando era niña. Recuerdo que jugaba a la maestra: Hacía examenes, los contestaba y los calificaba, sola. Me gustaba sentarme en la mesa rodeado de libros, cuadernos, me sentía importante al verme llena de responsabilidades y tareas pendientes. También jugaba con barbies, paseaba en bicicleta, y siempre leía. Lo que hubiera. Cuando mi madre podía, me compraba cuentos y cuando llegaba el libro de lecturas, lo devoraba. Recuerdo el fragmento del cuento "Es que somos muy pobres", o el poema "Amo el canto del cenzontle" o la canción de "El piojo y la pulga". El año escolar apenas comenzaba y ya yo había terminado el libro.

Fui una niña muy tímida e insegura, aún llevo mucho de esa niña en mí. Mi psicóloga interior me ha llevado a preguntarme muchas veces que es lo que me llevó a ser de esa manera, pero no le encuentro explicación lógica, crecí en el seno de una familia unida y rodeada de amor. No hay explicación, es simple, una ya nace así: Insegura, tímida. Con el corazón triste, pues.

Y ya. Es que no recuerda nada, o bueno, casi nada. O bueno, un poquito.

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