Tenía la tonta y hermosa costumbre de mirarme mientras me alejaba. Entonces, cuando su mirada me hacía voltear, levantaba la mano y, con una gran sonrisa, la agitaba despidiéndose. Ahí residía el problema, en la gran sonrisa.
Todos los días, al llegar, lo primero que veía era esa sonrisa. Al principio, era un bonito "buenos días". Después, y sin darme cuenta cómo, se convirtió en una especie de necesidad. Era llegar buscando esa sonrisa. Era ir pensando esa sonrisa. Era despertar imaginando esa sonrisa. Era dormir soñando esa sonrisa. Era vivir por esa sonrisa.
Pero sólo sonreía. Y me miraba. Y con los ojos gritaba que me quería. Yo también sonreía, y también lo miraba y, con mis ojos, le gritaba dijera que me quería. Nunca lo hizo.
Uno de esos días de sonrisas, me dijo que no se acercaba porque sabía bien que perdería la cabeza por mí. Le respondí que no se preocupara, que yo le ayudaría a encontrarla.
¿Saben que hizo? Pues sí, sonrió.
Todos los días, al llegar, lo primero que veía era esa sonrisa. Al principio, era un bonito "buenos días". Después, y sin darme cuenta cómo, se convirtió en una especie de necesidad. Era llegar buscando esa sonrisa. Era ir pensando esa sonrisa. Era despertar imaginando esa sonrisa. Era dormir soñando esa sonrisa. Era vivir por esa sonrisa.
Pero sólo sonreía. Y me miraba. Y con los ojos gritaba que me quería. Yo también sonreía, y también lo miraba y, con mis ojos, le gritaba dijera que me quería. Nunca lo hizo.
Uno de esos días de sonrisas, me dijo que no se acercaba porque sabía bien que perdería la cabeza por mí. Le respondí que no se preocupara, que yo le ayudaría a encontrarla.
¿Saben que hizo? Pues sí, sonrió.
Me gusta: simple, ameno y real. Y me hace sonreir que existe alguien allá afuera que escribe lo que a una también le pasa por estos lares.
ResponderEliminarSaludos.
Que nos sigan pasando sonrisas. Gracias por leer, saludos. :)
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