viernes, 21 de enero de 2011

A quien no leerá

"I still cannot speak french"


¿Han sufrido alguna pérdida que no les pertenecía? Bueno, yo sí.

Lo conocí al final del verano, como si el otoño lo hubiera traído. La primera vez que lo vi su rostro me pareció familiar, robaba mi atención. Alguna vez le pregunté si lo conocía de alguna parte, me contestó: "Tú también te me haces conocida. De afuera, ¿no?" Claro, reímos. Nunca supe en dónde pude haberlo visto, no teníamos lugar o situación en común, quizá fue en sueños. Una sonrisa como la de él, sólo puede verse en un sueño. Y la mirada, tan noble. No era guapo, era misterio. Alto, fuerte, de manos grandes.

Desde el primer momento, F., fue una gran curiosidad para mí. También fue inspiración. Tres entradas de este blog fueron escritas pensando en él. Y varios tuits. No, no era amor, era curiosidad, una enorme curiosidad. Al final del semestre lo conocí un poco más. Saludando con ojos limpios y despidiéndose agitando la mano, cual niño, regalando una sonrisa que siempre me llevaba puesta.

Era él, el hombre que escribió mis palabras. El hombre de sonrisa en los ojos. El hombre que se ha ido. El hombre que ya nunca veré. El hombre que murió. Y lo escribo, y lo pienso, y algo sucede.

Sucede dolor. Duele que nunca le hablé de su sonrisa franca, cálida. Duele que quise abrazarlo y nunca lo hice. Duele que realmente esperaba verlo dentro de una semana y eso no pasará. Me duele mi silencio. Y me duele su partida, así, como si me hubiera pertenecido.

Sólo espero que, alguna vez, haya visto la dulce sonrisa que mis ojos le regalaban.

1 comentario:

  1. Por el sentimiento que pones en estas palabras, con seguridad habrás sabido hacerle ver esa sonrisa, y también con seguridad, él la habrá disfrutado.
    Un abraço.

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