domingo, 17 de abril de 2011

Destino

Tomás metió el sobre en el buzón. Llevaba en el rostro el gesto de solemnidad que el esperar una respuesta decisiva requería. Permaneció en silencio frente al buzón, respiró hondo y a modo de despedida dijo: —Bien, destino, es tu turno. Y se marchó.

Doce años después, el Padre Tomás regresaba a su pueblo natal a tomar unas pequeñas vacaciones. Estaba viendo fotografías cuando, Manuel, viejo amigo y encargado de la oficina del correo, llegó.

—No vas a creer lo que pasó, Tomás. He movido los cajones de los apartados postales, cosas de remodelación, y entre ellos apareció este sobre. Mira, es para ti.

Tomás tomó el sobre amarillento con la curiosidad con la que miraba todo. El olor a papel viejo siempre le había gustado, lo acercó para olerlo y pasó la mano sobre él. Leyó el remitente y de inmediato supo de qué se trataba. Abrió el sobre con paciencia mientras Manuel seguía, cual niño, cada uno de sus movimientos. Sacó la carta, leyó y dejó escapar una risa traviesa.

—Esto, Manuel —dijo mirando divertido a su amigo—, es una carta del destino. Es la carta en la que el destino viene a decirme doce años después que sí, que él hizo lo suyo.



2 comentarios:

  1. Hijole, era una carta de una ex noviecilla o algo así verdad? Qué terrible, en cierto sentido.
    Me gustá, el detalle del papel viejo es bonito.
    Hola. :)

    ResponderEliminar
  2. Me da curiosidad saber que decía la carta ..... a lo mejor la decisión estaba tomada sin importar lo que dijera...

    ResponderEliminar