miércoles, 8 de septiembre de 2010

Diferencia

Hoy es de esos días en los que no he dicho más de veinte palabras y ya llegué a una conclusión: La diferencia entre mis compañeros de trabajo y yo, estriba en que yo no corro.

No, yo no corro. Cuando llego a la oficina, camino lenta y cadenciosamente desde el lugar en donde estaciono mi carro hasta la puerta de la oficina. Y no es a propósito. Es sólo que debo aprovechar esos cinco minutos de nubes grises y de aire fresco, antes de sólo ver el cielo desde la ventana y sentir el aire (helado) del aire acondicionado. Cinco minutos para mí, en silencio, sólo interrumpidos por uno o dos 'buenos días'. Camino, con jugo verde en mano, acariciada por el aire, con los pensamientos lejos de mí y con una sonrisa traviesa dibujada en la cara.

Y es que, ¿para qué corro? De cualquier manera, ya llegué tarde.

2 comentarios:

  1. ¡Oh!

    Es interesante verte fuera de la camisa de 140 caracteres.

    Si no es molestia seguiré paseando por este espacio, el cual encuentro agradable.

    Saludos.

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  2. Imagino verte caminando a tu oficina. A tu ritmo. No me importa juzgarlo. Sé que es tu paso porque lo dices. Veo cómo otras personas se aproximan y te rebasan. No saben. No conocen el placer que te da esos minutos saboreados a cada latido tuyo, a cada paso. No. No saben.

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